martes, 2 de febrero de 2010

Una carrera, dos carreras, tres carreras


Una institución histórica como es la Universidad nos la hemos cargado en un visto y no visto. Y vuelvo a caer en la mala costumbre de la generalización. Supongo que soy gregario per natura y sin redención. La cosa es que antes la gente tenía roles y los asumía, por lo que con la excepción del boticario, el cura, el sargento de la Benemérita y el maestro que tenían patente de licenciados de rebotica y podían permitirse el lujo de opinar con conocimiento y sentar cátedras de andar por casa, el resto no sabían y por supuesto no contestaban. Ahora no. Ahora las cosas funcionan al revés: El maestro calla y los iletrados se deslenguan.

Traigo esto a colación al respecto de esos programas radiofónicos donde un grupo de “expertos” se dedican a comentar los hechos cotidianos de la actualidad. Con la excepción de algún periodista de prestigio y autoridad suficientemente contrastada, el resto se me figuran advenedizos que cambiando la pluma por la sin hueso se permiten el lujo de opinar de todo sin saber de nada. Eso si, en sus estribillos se descubre su filiación política con o sin carnet de partido, que para denostar no se exige. Y así se descubren cosas tan interesantes como que las leyes son flexibles (dicho al respecto de la actuación del gobierno en el caso del Alakrana) o que la constitucionalidad o no del Estatut está en función de la renovación de cargos del Tribunal Constitucional.

Lo mismo opinan de tecnologías punta que de ingeniería financiera. De economía, por supuesto. De investigación genética, ¿Cómo no?. Nada se les resiste. Su capacidad intelectual es asombrosa. Y lo mejor de todo es la autoridad y convicción con que se invisten y defienden sus ideas. A capa y espada. Pobre del contertulio que ose contradecirles. El oyente, apenas cuenta, que tan solo tiene oídos y no es demasiado probable que los utilice bien. La mayoría de las veces está tan acostumbrado a que piensen por él que se limita a aplaudir a quienes defienden sus ideas con mayor entusiasmo, preferentemente si critican al partido en el poder. Asimila las ideas que se le ofrecen trituradas y a correr…

Y uno que dedicó cinco años de su vida a estudiar la teoría del bienestar, la economía Keynesiana, las curvas de oferta y demanda y otras zarandajas del estilo, pues ahora tiene la sensación de que podría haber dedicado este tiempo a estudiar periodismo y ahora sabría de todo. Y es que en el fondo todo es una cuestión comercial y de rebajas, compre uno y llévese dos. O más
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